¿La meritocracia genera oligoplios en el mercado laboral?
Por: José-Manuel Martin Coronado (Economista y Abogado)
Experto en Análisis Económico del Derecho y Derecho Económico
La meritocracia se ha presentado durante muchos años como un objetivo y un medio para conseguir los mejores profesionales que realicen una actividad determinada, en particular en el sector público. En teoría es sencillo, al seleccionar a las mejores personas, entiéndase los más capacitados, se entiende que los resultados serán mejores. No obstante, existe una serie de problemas derivados de esta simplificación.
En primer lugar, debe entenderse que la meritocracia laboral se encuentra ubicada en un mercado, en el cual existe una oferta y una demanda; y en particular, se trata de una competencia de dos mercados, el privado y el público. Por lo tanto, un profesional puede ofrecer sus servicios en el sector privado, en el público o en los dos (cuando sea posible). Como es lógico, el profesional altamente capacitado ofrecerá sus servicios en donde considere que son adecuadamente remunerados según sus expectativas y no los ofrecer en el caso contrario. Según las reglas de mercado, algunos profesionales quedarán excluidos de uno u otro mercado, debido a estas reglas. En ese sentido, el demandante laboral (empresa o sector público) que desee incrementar la cantidad de profesionales altamente capacitados, deberán incrementar la demanda del mismo, incrementándose los salarios.
En segundo lugar, no existe una definición exacta de lo que es un profesional altamente capacitado, por lo que suele interpretarse aquellos provenientes universidades de prestigio, con trayectorias similares ó pertenecientes a un círculo de intelectuales, lo que refuerza un sistema donde el mérito se define dentro de un marco reducido de personas que intercambian hojas de vida, excluyendo a grandes sectores de la población. Dado que dichas universidades son menso masivas que las de menor prestigio, entonces existe una mayor oferta en general de estos últimos. Dicho de otro modo, existe un grupo "relativamente" reducido de profesionales altamente capacitados, lo cual configura uno de los elementos del oligopolio. Dicho de otro modo, este menor número puede tener un mayor poder de mercado. Como consecuencia de lo anterior, resulta inevitable que haya una concentración de poder y de recursos, las posiciones clave tienden a ser ocupadas por una élite educativa o de experiencia, lo que genera concentración de poder en pocas manos, favoreciendo a una minoría en el mercado laboral peruano.
En tercer lugar, el problema no sólo es estático sino intertemporal. En otras palabras, es más probable que se generen dinastías de profesionales altamente capacitados, donde los hijos tienen una educación mucho mejor que los padres, reforzando el acceso desigual a la educación. Es decir, en la práctica, la meritocracia depende altamente de los recursos educativos previos. En Perú, las desigualdades en el acceso a una educación de calidad crean barreras para quienes no pertenecen a los sectores privilegiados, restringiendo la competencia y favoreciendo a unos pocos con mejor formación. Si bien se han hecho muchos esfuerzos al respecto, en el Perú, todavía existe una desigualdad estructural y movilidad limitada. Así, el mérito debería ofrecer igualdad de oportunidades, las estructuras socioeconómicas en Perú limitan la movilidad social. Esto resulta en un mercado laboral segmentado y oligopolizado, donde pocos actores controlan las oportunidades laborales de mayor calidad.
En cuarto lugar, todo lo anterior, resulta en la práctica un atentado contra la libre competencia, en el sentido que a medida que los puestos de alta remuneración o prestigio se concentran en manos de unos pocos, la competencia en el mercado laboral se vuelve más limitada, generando una estructura de oligopolio donde las oportunidades se reservan para unos pocos, sus amigos y familiares; pero al mismo tiempo una exclusión de la meritocracia real, debido a que no reflejan una verdadera evaluación de habilidades, sino una validación de credenciales que están directamente relacionadas con el acceso a recursos o intercambio de información privilegiada, limitando la participación de nuevos actores en el mercado.
¿Cuál es el impacto ex-post de un mercado laboral meritocrático imperfecto? Por ejemplo, el desincentivo a la innovación y continuación del status quo, ya que la diversidad de perspectivas se reduce. En Perú, la meritocracia centrada en parámetros rígidos (como la universidad de origen o el tipo de experiencia) puede desalentar la inclusión de nuevas ideas y enfoques innovadores en el ámbito laboral. Aún más, no existen incentivos para generar reformas significativas en el mercado laboral que atenten contra el sistema actual. Así mismo, la continuidad de la de desigualdad social, al concentrarse las oportunidades laborales en una élite no sólo académica sino también de recursos. la meritocracia en el Perú no genera una verdadera igualdad de oportunidades, sino que perpetúa un círculo vicioso de concentración de poder económico y social. No obstante, en principio la meritocracia no tiene por finalidad esencial democratizar la educación o generar un mayor acceso a personas medianamente capacitadas. Finalmente, debido a esta meritocracia forzada en el sector público, la MYPEs se ven afectadas por la falta de talento accesible debido a las barreras meritocráticas, lo que contribuye al oligopolio en el mercado laboral al concentrarse las oportunidades en las grandes empresas y el sector público que pueden pagar por el "mejor" talento. Y son finalmente las pequeñas empresas las que terminan relegadas a contratar al personal con menor productividad e inevitablemente con menor salario, siendo de poco o nulo interés para estudiantes o jóvenes profesionales con aspiraciones a pertenecer al "club laboral público".